martes, 19 de abril de 2016

El homo guiri alemanus

El homo guiri alemanus es un ser bastante fácil de llevar si se le conoce un poco. Su cuidado requiere de unas sencillas normas básicas para que alcance la felicidad y la realización personal. Necesita:

1. Dormir bien.
2. Comer. No tiene que ser bien, unos buenos espaguetis con mayonesa son lo más delicioso y apetecible en el mundo para él (puuuuaaaaaaaj).
3. Jugar. Y donde digo jugar, me refiero a montar desde legos a muebles de ikea, trastear con un móvil, comprar cualquier chisme tecnológico para acoplar con otras cosas (bombillas, helicópteros, monitor del bebé y me dejo incontables chismes)  o programar. Lo que programa no se lo que es, pero hace unos meses tenía una gráfica que marcaba los días que había programado en verde, y quería rellenar 15 días seguidos de verde.

No hay que ser muy avispado para ver que el bebé de 11 semanas que llevo pegado a mi 22 de las 24 horas del día viene a necesitar más o menos lo mismo. Dormir, comer y jugar.
Atención, no digo con esto que al guiri le de el mismo trato que a mi churumbel (que le llore a su madre que para eso la tiene), lo que digo es que con darle el espacio para que se sirva él solo, la cosa va bien.

Y me cuesta bien poco respetar los límites, pero durante el embarazo del cuchi cuchi hubo una norma difícil de llevar: el sueño.

Era habitual despertarlo con los constantes viajes al baño, ruidos en la cocina por que me daba hambre, despertarlo a gritos para que me pasara una bolsa para vomitar, despertarlo vomitando directamente, y millones de vueltas intentando encontrar la postura con un barrigón y acidez de estómago que lo hacían bien difícil.

Los primeros meses lo llevó muy bien, era todo un ejemplo de cariños y cuidados. Luego la cosa decayó y descubrí a dos seres que no había visto en mi vida.

Al primero lo conocí cuando un día, preñadísima de 37 semanas, a las 2 de la mañana se despierta por que me voy corriendo al baño a vomitar. Sale corriendo conmigo, me ve y me dice:

- Bueno, yo me voy a dormir. Te veo en la cama cuando dejes de vomitar. Ánimo.
- ¿Pero serás? ¡Cómo te vayas te vas a buaaaaggghhh!

Ese mismo día, unas dos horas después me enteré yo de lo que era una contracción.

- Bueno, me voy a dormir al salón. Cuando se te pase me avisas.

Su justificación: en ningunas de las dos situaciones podía hacer algo para pararlo, así que qué iba a hacer él ahí, pobrecito, cansándose sin motivo.

Las consecuencias cayeron en forma de una ligera y moderada discusión en la que le expresé, desde el más absoluto respeto, que no era una conducta aceptable en una situación en la que su apoyo emocional era indispensable para poder superar el dolor físico inevitable que la gestación de su prole conllevaba. Eso y lo expulsé al sofá.

El caso es que dos semanas después, me encontraba yo enorme e insomne con el mayor dolor de espalda de la historia que era en parte lo que no me dejaba dormir. Por ello decidí meterme en la bañera para ver si me relajaba y aliviaba la espalda.

Lo que no había calculado es que tenía que salir de la bañera y el volumen de mi panza tamaño orca (que no orco) me lo impedía. Ponga usted, querido lector, una tortuga boca arriba y átele una naranja encima para visualizar la situación. Ahora lo mete en un bol con agua y voila!

Llamé al guiri durante 10 minutos sin éxito, "con lo fácil que se despierta si estoy viendo una película o calentando algo y lo jodido que es despertarlo cuando hace falta para algo". En eso pensaba yo cuando lo llamé por una última vez mientras seguía intentando salir, cuando apareció con cara de hulk y voz de ultratumba:

- Estoy durmiendo, déjame dormir.
- Pero guiri, ¡no me abandones aquí!

Cinco minutos despues había medio ideado una estrategia para desencajarme de la bañera cuando apareció, meloso él, al rescate y jurando por su vida que no recordaba haberme dejado ahí abandonada. Yo estaba muy cansada y enorme para sacar al uruk hai que llevo dentro, ya tenía suficiente con convencer al niño para que saliera. Y eso debió impresionarle más que cualquier orco de mordor de los mios, por que me tuvo a masajitos en los pies el resto de la semana.





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